Hay escritores brújula y hay escritores mapa. Para mí, al menos, la fórmula precisa para escribir una novela es: 80% planificación y 20% improvisación. Naturalmente, cada escritor tiene su propio método y sus propios porcentajes, con la excepción de que estoy convencida de que no hay escritores que planifiquen al 100% ni escritores que improvisen al 100%.
Si estás leyendo esto, deduzco que eres escritor (o te planteas unirte a nuestro variopinto club) y sabrás a lo que me refiero cuando digo que un libro nace de una explosión. Sí, es verdad, como el Big Bang que dio lugar al Universo (a no ser que la Teoría M haya cobrado más importancia de la que me creía). En primer lugar aparece esa esencia, la idea primordial de la que tratará la obra; o tal vez ese protagonista que te pide a gritos que trabajes su historia.
A partir de ahí, comienza la lluvia de ideas que constituirá el conjunto de la obra. Durante este proceso, irán apareciendo escenas inconexas (a mí, por ejemplo, las primeras que me vienen son las del principio, el final y los besos, no me preguntéis por qué). Este sería un buen momento para hacer un buen esquema de lo que será más adelante tu manuscrito.
A estas alturas de la película, lo más importante es contestar a las 6 W’s (ajá, como en las noticias de un periódico):
- What (qué) y how (cómo): la trama.
- Who (quién): los personajes.
- When (cuándo) y where (dónde): el marco espaciotemporal.
- Why (por qué).
Es un error muy común entre los principiantes (y, creedme, yo también he caído en ello) no prestarle mucha atención a esta última cuestión, cuando tan importante como las demás. Las novelas se diferencian de la vida real en que las novelas no son aleatorias y la vida sí. Entre las páginas todo debe ocurrir por una razón (pensad en la pistola de Chekov; si vais a añadir un elemento en escena más o vale utilizarlo a lo largo de la novela porque de lo contrario no es necesario).
No se trata de llenar páginas y páginas con acciones que no se relacionan, sino de escribir un conjunto, un bloque donde nada falte ni sobre.
Después de tener claro este primer esquema, pasaremos a la documentación, y esto en cada obra es diferente. Hay algunas que por su ser necesitan estar muy documentadas (como es el caso de las históricas), y otras que no tanto. Lo que yo hago es crear una carpeta con el nombre de la novela y dentro de ella abrir otra más donde guardo todo el trabajo de investigación que he hecho.
Cuando ya esté todo seguro, será la hora de hacer el esquema «definitivo», y lo pongo entre comillas porque siempre se le van añadiendo cosas.
En este esquema se apuntará todo lo que aparezca después en el manuscrito (incluyendo algunas conversaciones importantes). Un consejo que os doy es no dividir en capítulos desde un principio, ya que la novela os irá pidiendo cómo se estructurará a medida que vayáis trabajando en ella. En cambio, podéis anotar las acciones que se llevarán a cabo para luego ordenarlas.
Básicamente lo que estáis creando es un dossier de vuestra novela, y os recomiendo hacerlo en físico para tenerlo siempre a mano y no andar buceando entre distintas pantallas. Además, siempre podéis tomar notas on the go y añadirlas a este enorme dossier de información.
Una forma de organizarlo es crear un índice de acontecimientos en una columna a la izquierda (estos serán los elementos más importantes y que estarán en la novela sí o sí) y en una columna a la derecha una lista de linking scenes o escenas que os ayuden a enlazar esos acontecimientos más importantes (que pueden ser sacrificadas o reordenadas para mejorar la fluidez del texto). También es una gran ayuda tener una subcarpeta con diálogos y frases que queréis incorporar a lo largo de la novela.
Empezar un dossier para tus proyectos puede intimidar un poco, pero os aseguro que ayuda muchísimo. ¿Alguna vez os habéis quedado en blanco escribiendo? Mi método siempre es volver a esa carpeta, respirar hondo y retomar el camino.
ANDREA TOMÉ 
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